La democracia
como concepción y forma de gobierno ha ido evolucionando hasta ser considerada en
la actualidad como la expresión más acabada de la convivencia social y del bien
común. Se basa en el principio de la soberanía del pueblo y de la igualdad
política de todos, de ahí que en la democracia es posible convivir respetando
las diferencias, encontrando espacios para elegir, teniendo igualdad ante la
ley y garantías para que nadie prive a otros de sus derechos.
La democracia
dispone por lo regular, de una base de legitimación bastante amplia y una
medida relativamente más alta de capacidad de respuesta. Vista desde otro
punto, la democracia no opera en términos de imposición de poder, autoridad o
exigencias de obediencia, más bien emerge en conversaciones de co-inspiración
que generen el consenso y acuerdos.
En la actualidad
la democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de
los pueblos de América.
Jonathan Hartlyn
y Arturo Valenzuela sostienen que la democracia tiene tres dimensiones
críticas: la competencia por el voto, el constitucionalismo y la inclusividad o
participación. Respecto a la primera dimensión, el gobierno está constituido
por los líderes que compiten con éxito por el voto de la ciudadanía en
elecciones que se celebran con regularidad. La esencia de la competencia es la
aceptación de la legitimidad de la oposición política; asimismo, es importante
la creación y consolidación de sistemas de partidos que permitan seguir una
pauta previsible. La segunda dimensión consiste en el respeto al orden
constitucional que encarnan unos documentos o unas prácticas constitucionales.
La democracia constitucional define y restringe los poderes de las autoridades
gubernamentales, así como los límites de la hegemonía de las mayorías
electorales con el fin de proteger los derechos y preferencias de los
individuos y las minorías. La tercera dimensión comprende disposiciones
constitucionales referentes a la ciudadanía que se amplían para dar cabida a
proporciones mayores de la población adulta, para lo cual se eliminan
restricciones que pesaban sobre el sufragio basándose en la propiedad, la
capacidad de leer y escribir, el sexo, la raza o la etnicidad.
Así, se llega a
la inclusión plena por medio de cambios en las reglas oficiales.
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